Se trata de una evolución del 2.0 TFSi que en esta ocasión supera los 260 caballos logrados en el S3 para alcanzar los 300 caballos de potencia, una cifra muy elevada si tenemos en cuenta su cilindrada de sólo dos litros.
Esta potencia -incrementada mediante la modificación del colector de admisión- se transmite a las cuatro ruedas por medio de la tracción quattro. A todo ello se añade el preciso y rápido cambio automático de doble embrague conocido anteriormente como DSG y que ahora en Audi se denomina S tronic.
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